Los hermanos Leonard
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Los hermanos Leonard
Ok, ¿que es esto?. Los hermanos Leonard son parte de la historia de woe II, para bien o para mal. Esto es solo el comienzo de su historia. Pero ya veremos que pasa si se cruza en algún momento con la nuestra xD o quizás no. Espero que les guste, aquí empiezan las crónicas de los hermanos Leonard.
Capitulo 1: la Profecía[
- ¡Imposible!- grito alarmado- ¡esto es terrible!
Se había levantado de la mesa totalmente angustiado, empezó a sudar. El libro no decía mentiras. La profecía estaba allí escrita, aquella verdad le hizo estremecer todo su cuerpo. Durante días la había estado buscando, escrita en código clave en varios textos por el viejo sabio Crufiux la profecía, que se encontraba escondida en un complejo código textual. Había pasado noches leyendo varios libros, estudiando profundamente su estilo, gramática y orden de ideas. Al fin la verdad había sido revelada, ¡terrible verdad!
- Antoine, ¿estás bien?- pregunto una dulce y tímida voz
- Así es hermanita- dijo recuperando la compostura, se subió de nuevo sus lentes a su nariz- todo está bien.
Antoine miro detenidamente a su hermana, siempre que la veía se admiraba de su belleza, era una belleza antigua. Hija y miembro de una poderosa casta de magos. Tara Leonard tenía unos ojos muy bellos, azules blancos que le daban cierto aire de misticismo. Al igual que él, tenía el cabello blanco, cabello heredado de su madre, pero el dia de hoy lo tenia rubio, quizá cambiado por algún conjuro temporal. Su padre jamás había tenido esa coloración blanca de cabello. Antoine tenía el cabello blanco largo, cogido por una pequeña cola y unos lentes. Tara estaba preocupada por su hermano llevaba días en la biblioteca y no paraba de escudriñar esos viejos libros. Esperaba que el polvo y la suciedad de aquel lugar no afectaran la salud de su hermano.
- Debes dormir, esto no te hace bien- dijo Tara preocupada, luego coloco las manos en su hombro- Antoine, ya basta…
- Tara…manita…no te preocupes por mi pequeña, creo que al fin he encontrado lo que buscaba…- le dijo con voz cariñosa
- ¿de verdad?- pregunto ansiosa
- Así es. Solo se algo…debemos partir lo más pronto de aquí.
- No podemos…lo sabes
- Aaahhhh…
Antoine cogió su cayado y salió del lugar. Tara lo siguió, quería demasiado a su hermano, comprendía sus anhelos y sus miedos. Mellizos desde pequeños, muchas veces podía llegar a comprender lo que pasaba por la mente del mago. Antoine también correspondía aquel cariño, su hermana era quizás la persona que más quería en el mundo, estaba dispuesto a dar su vida por ella. Antoine recorrió los oscuros pasadizos de la torre, que en la noche era iluminada por pequeñas antorchas pegadas en la pared. Subió unas escaleras y se dirigió a lo que parecía ser un balcón. Allí puso las manos sobre la baranda protectora y miro el horizonte.
- Me canse hermana, ¿Cuánto tiempo de lo sucedido ya?
- Tres años
- Tres años en esta prisión, ¡tres años!...
- No podemos ser malagradecidos, hemos recibido la mejor formación mágica de toda Epica, los mejores maestros…todo…
- Te has preguntado, ¿Por qué?
- Tal vez ese sea tu problema hermanito, haces demasiadas preguntas…- dijo riendo
- Si, demasiadas, siempre es bueno preguntar. Es mejor ser curioso que ignorante. La curiosidad es el primer paso hacia el conocimiento
- Y también hacia la muerte, Antoine
- Crudas reflexiones- dijo sonriendo- pero tengo una pregunta hoy para ti, ¿Por qué ha cambiado tu color de cabello?
- ¡Que!- dijo Tara que se sonrojo- ¿lo has notado?
- Soy muy observador hermanita- dijo guiñándole el ojo- pienso que te queda muy bien
- Gra..gracias
- Je
- Pero, ¡No cambies el tema así! Encontraste algo, estoy segura, lo leo en tus ojos
- ¿y que si lo hice?, eso no cambia las cosas, no podemos hacer nada
- ¡Hermano debes contarme!
- ¿no eras tú la que decía que la curiosidad era mala?- dijo Antoine, Tara suspiro- te contare cuando salgamos de aquí.
- Es una locura…
- Aquí ya no tenemos nada más que aprender. Somos simplemente mascotas, armas encerradas esperando a ser usadas. Además mira…nos falta lo más importante para una mayor comprensión del mundo mágico.
- ¿Qué cosa?
- ¡Vida hermanita!, ¡no hemos vivido!, ¡quiero recorrer el mundo! Y estrellarme contra lo que me tenga que estrellar
- Pero yo me siento bien acá, me gustan los cuentos que me lees en la noche y cuando nos acostamos a contar estrellas.
- Je, yo también la paso bien- dijo cerrando los ojos y acariciando su cabello- pero ya es tiempo de partir…¡Nuevos vientos se vienen! ¡Imagina que todos estos relatos se vuelvan realidad! ¡los veamos con nuestros propios ojos!
- Pero y madre…¿Qué dirá madre?...ella es muy poderosa…me da miedo…
- Madre nos quiere mucho como para hacernos daño, ¡Ella también un día recorrió el mundo y vivió aventuras!, es nuestro tiempo.
- Yo…hermano...- dijo Tara quien no pudo evitar que le salieran lagrimas
- No te preocupes- dijo Antoine abrazándola- yo te protegeré y estaré a tu lado siempre, no permitiré que te pase nada malo
- Bien- dijo limpiándose- lo siento, me deje llevar un poco. ¿Qué haremos ahora?
- Tengo un plan, un plan para escapar.
- ¿Asi cual?
- Ve a dormir hermanita- dijo Antoine- todo a su tiempo, recuerda que en esta torre las paredes escuchan.
- Está bien- dijo Tara quien se fue silenciosa
Antoine quedo mirando el horizonte. Si, ahora el sabia la verdad. Pero era una verdad que no le afectaba a él directamente. Era una verdad que podía golpear a su hermana. Debía sacarla de aquel lugar, salvarla del destino que su madre quería imponerle. No le había dicho toda la verdad. Antoine conocía muchas más cosas que Tara, pero el conocimiento es un camino lleno de espinas, y a medida que mas sabes, te vas dando cuenta cada vez más además de lo terrible que son algunas verdades, te das cuenta de la insignificancia de tu propia persona en medio de caos original. Esta era la visión de Antoine.
Suspiro. Había mentido, no tenía un plan armado en sí, solo ideas locas e inconexas de escape y correr como loco. Pero no quería asustar a su hermana. Decidió quedarse el resto de la noche mirando por el balcón, soñando con el nuevo porvenir que le esperaba afuera de esos muros, porvenir que el mismo se encargaría de construir.
++++++++++++++++++
Sintió unos pasos leves que se acercaban, tuvo miedo. Subió su cobija hasta para que la cubriera lentamente. Miro hacia varios lados, pero solo veía oscuridad. Hace rato había apagado la luz. ¿Qué era lo que se acercaba?, ¡era imposible! Su habitación estaba protegida por un hechizo que ella misma había perfeccionado. No cualquiera podía entrar, debía ser alguien poderoso, ¿Vendría por ella?. Los pasos siguieron, cada vez más cerca. Se sintió perdida, ¿debía gritar? ¿Pedir ayuda?. Se escondió en la cobija, como si esta fuera algún tipo de protección contra lo extraño. Pero la sombra ya estaba allí.
Entonces abrió los ojos de par en par, se preparo para gritar, pero una ágil mano tapo su boca. Reconocía esa mano, reconocía ese anillo.
- Calla hermana, no hagas ruido, ¡Es hora de irnos!- dijo quitándole la mano
- ¡Estás loco! Casi me matas de un susto
- Lo siento, te pido disculpas, pero no podía llamarte en voz alta. Cualquier paso en falso puede ser nuestra condena
- ¡Ay Antoine!
- Es hora de salir de esta jaula.
- ¿encontraste la forma de romper la barrera mágica?
- Eso y mucho más. Mira lo que tengo aquí.- dijo cogiendo lo que parecía ser un espejo
- ¡Por todos los Urs!, devuélvele eso a madre, ¡nos matara!
- Este amuleto nos servirá para el viaje que pensamos realizar.
- ¡Antoine! Por el amor de los urs, ni siquiera tú sabes usarlo y sabes muy bien a quien perteneció. Quien sabe que oscuro poder posee.
- Tonterías. Yo mismo he hecho varias pruebas con él y no ha pasado nada, ¡vamos no hay tiempo que perder! Luego podremos conversar todo lo que quieras, ¡sígueme por favor!
Antoine cogió de la mano a su hermana quien tuvo que empacar y organizarse lo mejor que pudo en poco tiempo. Los dos iban vestidos con sus túnicas. Antoine era un túnica negra por que manejaba magia oscura, mientras Tara era blanca porque su poder estaba más en magia de luz o sacra. Eran sin duda dos particulares mellizos. Salieron de la habitación y el empezó a conducirla a través de varios pasadizos.
- ¿es alguna especie de sendero secreto de la torre?
- Algo así…Pero me temo que esta torre no tiene más salidas que las que conocemos. He examinado muy buen la estructura, la arquitectura. Arquitectónicamente es imposible que hubiera otra salida, sería una paradoja en la construcción
- Oh…
- Pero te olvidas de algo- dijo Antoine sonriendo
- ¿Qué?
- ¡Somos magos!, la magia no obedece a las leyes de la arquitectura
Tara rio. Bajaron varios pasadizos, procuraron no hacer ruido cuando pasaron por varias habitaciones. Tara agradeció que no pasaran por la habitación de madre. No deseaba tener un último encuentro con ella. No había nadie a esa hora en los pasadizos. Todos los aprendices de la torre dormían plácidamente. La disciplina era estricta para los magos y el descanso era una parte esencial de su devenir mágico. Siguieron bajando, no encontraron obstáculos. Antoine se conocía de memoria las trampas de la torre, fue fácil para el deshacerlas. No había guardias por que los magos confiaban en su propia protección mágica.
- Antoine cuidado, ¡viene alguien!
- ¿¡Que!?
Percibieron una voz que provenía de un lugar de un pasadizo. Se dieron por muertos. Pronto la luz de las antorchas revelaría quien era, era tarde para escapar, Tara esperaba que no fuera madre o sino el castigo seria horrible. Pero con más luz se dieron cuenta de que realidad era un compañero sonámbulo que solía pasar por los pasadizos de la torre en medio de la noche. Los hermanos suspiraron aliviados. Antoine que conocía al sujeto, le murmuro unas palabras que eran mágicas y que ayudaban a los sonámbulos a sumergirse completamente en el mundo del sueño. El sujeto quedo dormido en medio del suelo.
Así llegaron al sótano, donde se guardaban los víveres de la torre. Antoine abrió las manos y emitió unas palabras, de repente una pared se abrió dejando paso a unas escaleras que parecían conducir a una última puerta.
- No lo puedo creer hermano, ¡nos vamos!- dijo Tara feliz- no puedo creer que haya sido tan fácil
- No lo fue, todo esto me llevo mucho tiempo de investigación. ¡Vámonos de aquí!
Antoine y Tara subieron felices las escaleras subidos de la mano. Abrieron la puerta y vieron la luz, sintieron el sonido de los pájaros. Eran muy felices. Antoine agradeció también que en esos momentos no estuvieran haciendo experimentos con las tormentas como solían hacerlo muy a menudo, eso les hubiera dificultado la huida. Ahora se encontraban en un llano largo, sin mucha vegetación. Se encontraban en las afueras de la torre de electricidad.
- ¿Qué haremos ahora Antoine?
- Iremos primero a la capital del mundo, iremos a Lunacor. Tengo algunas cosas que averiguar allí, además de información para nuestro viaje. Pero te prometo que no nos quedaremos mucho. ¡`Nos espera un mundo por explorar!
- ¡Bien entonces vamos!- dijo Tara
- Recuerda hermana- dijo Antoine- esto es un pequeño paso para dos pobres magos, pero un gran paso para nuestra historia, nuestra propia historia
Diciendo esto, emprendieron la marcha. Mientras esto hacía una sombra miraba por debajo de donde habían salido. La sombra sonreía satisfecha.
´
- Parece que todo sale según los planes- dijo contento- los ratones van por el queso, pronto se activara la trampa.
Un cuervo que estaba posado en el hombro del sujeto grazno.
- Calla Garak, no seas impaciente. Sé que tu también deseas divertirse como yo. Pero todo debe hacerse lentamente para que funcione. ¿Qué haremos ahora? Seguirlos desde luego
El sujeto alisto su capa y empezó su camino detrás de los jóvenes, quienes no sospechaban lo que estaba sucediendo
Continuara...
Capitulo 1: la Profecía[
- ¡Imposible!- grito alarmado- ¡esto es terrible!
Se había levantado de la mesa totalmente angustiado, empezó a sudar. El libro no decía mentiras. La profecía estaba allí escrita, aquella verdad le hizo estremecer todo su cuerpo. Durante días la había estado buscando, escrita en código clave en varios textos por el viejo sabio Crufiux la profecía, que se encontraba escondida en un complejo código textual. Había pasado noches leyendo varios libros, estudiando profundamente su estilo, gramática y orden de ideas. Al fin la verdad había sido revelada, ¡terrible verdad!
- Antoine, ¿estás bien?- pregunto una dulce y tímida voz
- Así es hermanita- dijo recuperando la compostura, se subió de nuevo sus lentes a su nariz- todo está bien.
Antoine miro detenidamente a su hermana, siempre que la veía se admiraba de su belleza, era una belleza antigua. Hija y miembro de una poderosa casta de magos. Tara Leonard tenía unos ojos muy bellos, azules blancos que le daban cierto aire de misticismo. Al igual que él, tenía el cabello blanco, cabello heredado de su madre, pero el dia de hoy lo tenia rubio, quizá cambiado por algún conjuro temporal. Su padre jamás había tenido esa coloración blanca de cabello. Antoine tenía el cabello blanco largo, cogido por una pequeña cola y unos lentes. Tara estaba preocupada por su hermano llevaba días en la biblioteca y no paraba de escudriñar esos viejos libros. Esperaba que el polvo y la suciedad de aquel lugar no afectaran la salud de su hermano.
- Debes dormir, esto no te hace bien- dijo Tara preocupada, luego coloco las manos en su hombro- Antoine, ya basta…
- Tara…manita…no te preocupes por mi pequeña, creo que al fin he encontrado lo que buscaba…- le dijo con voz cariñosa
- ¿de verdad?- pregunto ansiosa
- Así es. Solo se algo…debemos partir lo más pronto de aquí.
- No podemos…lo sabes
- Aaahhhh…
Antoine cogió su cayado y salió del lugar. Tara lo siguió, quería demasiado a su hermano, comprendía sus anhelos y sus miedos. Mellizos desde pequeños, muchas veces podía llegar a comprender lo que pasaba por la mente del mago. Antoine también correspondía aquel cariño, su hermana era quizás la persona que más quería en el mundo, estaba dispuesto a dar su vida por ella. Antoine recorrió los oscuros pasadizos de la torre, que en la noche era iluminada por pequeñas antorchas pegadas en la pared. Subió unas escaleras y se dirigió a lo que parecía ser un balcón. Allí puso las manos sobre la baranda protectora y miro el horizonte.
- Me canse hermana, ¿Cuánto tiempo de lo sucedido ya?
- Tres años
- Tres años en esta prisión, ¡tres años!...
- No podemos ser malagradecidos, hemos recibido la mejor formación mágica de toda Epica, los mejores maestros…todo…
- Te has preguntado, ¿Por qué?
- Tal vez ese sea tu problema hermanito, haces demasiadas preguntas…- dijo riendo
- Si, demasiadas, siempre es bueno preguntar. Es mejor ser curioso que ignorante. La curiosidad es el primer paso hacia el conocimiento
- Y también hacia la muerte, Antoine
- Crudas reflexiones- dijo sonriendo- pero tengo una pregunta hoy para ti, ¿Por qué ha cambiado tu color de cabello?
- ¡Que!- dijo Tara que se sonrojo- ¿lo has notado?
- Soy muy observador hermanita- dijo guiñándole el ojo- pienso que te queda muy bien
- Gra..gracias
- Je
- Pero, ¡No cambies el tema así! Encontraste algo, estoy segura, lo leo en tus ojos
- ¿y que si lo hice?, eso no cambia las cosas, no podemos hacer nada
- ¡Hermano debes contarme!
- ¿no eras tú la que decía que la curiosidad era mala?- dijo Antoine, Tara suspiro- te contare cuando salgamos de aquí.
- Es una locura…
- Aquí ya no tenemos nada más que aprender. Somos simplemente mascotas, armas encerradas esperando a ser usadas. Además mira…nos falta lo más importante para una mayor comprensión del mundo mágico.
- ¿Qué cosa?
- ¡Vida hermanita!, ¡no hemos vivido!, ¡quiero recorrer el mundo! Y estrellarme contra lo que me tenga que estrellar
- Pero yo me siento bien acá, me gustan los cuentos que me lees en la noche y cuando nos acostamos a contar estrellas.
- Je, yo también la paso bien- dijo cerrando los ojos y acariciando su cabello- pero ya es tiempo de partir…¡Nuevos vientos se vienen! ¡Imagina que todos estos relatos se vuelvan realidad! ¡los veamos con nuestros propios ojos!
- Pero y madre…¿Qué dirá madre?...ella es muy poderosa…me da miedo…
- Madre nos quiere mucho como para hacernos daño, ¡Ella también un día recorrió el mundo y vivió aventuras!, es nuestro tiempo.
- Yo…hermano...- dijo Tara quien no pudo evitar que le salieran lagrimas
- No te preocupes- dijo Antoine abrazándola- yo te protegeré y estaré a tu lado siempre, no permitiré que te pase nada malo
- Bien- dijo limpiándose- lo siento, me deje llevar un poco. ¿Qué haremos ahora?
- Tengo un plan, un plan para escapar.
- ¿Asi cual?
- Ve a dormir hermanita- dijo Antoine- todo a su tiempo, recuerda que en esta torre las paredes escuchan.
- Está bien- dijo Tara quien se fue silenciosa
Antoine quedo mirando el horizonte. Si, ahora el sabia la verdad. Pero era una verdad que no le afectaba a él directamente. Era una verdad que podía golpear a su hermana. Debía sacarla de aquel lugar, salvarla del destino que su madre quería imponerle. No le había dicho toda la verdad. Antoine conocía muchas más cosas que Tara, pero el conocimiento es un camino lleno de espinas, y a medida que mas sabes, te vas dando cuenta cada vez más además de lo terrible que son algunas verdades, te das cuenta de la insignificancia de tu propia persona en medio de caos original. Esta era la visión de Antoine.
Suspiro. Había mentido, no tenía un plan armado en sí, solo ideas locas e inconexas de escape y correr como loco. Pero no quería asustar a su hermana. Decidió quedarse el resto de la noche mirando por el balcón, soñando con el nuevo porvenir que le esperaba afuera de esos muros, porvenir que el mismo se encargaría de construir.
++++++++++++++++++
Sintió unos pasos leves que se acercaban, tuvo miedo. Subió su cobija hasta para que la cubriera lentamente. Miro hacia varios lados, pero solo veía oscuridad. Hace rato había apagado la luz. ¿Qué era lo que se acercaba?, ¡era imposible! Su habitación estaba protegida por un hechizo que ella misma había perfeccionado. No cualquiera podía entrar, debía ser alguien poderoso, ¿Vendría por ella?. Los pasos siguieron, cada vez más cerca. Se sintió perdida, ¿debía gritar? ¿Pedir ayuda?. Se escondió en la cobija, como si esta fuera algún tipo de protección contra lo extraño. Pero la sombra ya estaba allí.
Entonces abrió los ojos de par en par, se preparo para gritar, pero una ágil mano tapo su boca. Reconocía esa mano, reconocía ese anillo.
- Calla hermana, no hagas ruido, ¡Es hora de irnos!- dijo quitándole la mano
- ¡Estás loco! Casi me matas de un susto
- Lo siento, te pido disculpas, pero no podía llamarte en voz alta. Cualquier paso en falso puede ser nuestra condena
- ¡Ay Antoine!
- Es hora de salir de esta jaula.
- ¿encontraste la forma de romper la barrera mágica?
- Eso y mucho más. Mira lo que tengo aquí.- dijo cogiendo lo que parecía ser un espejo
- ¡Por todos los Urs!, devuélvele eso a madre, ¡nos matara!
- Este amuleto nos servirá para el viaje que pensamos realizar.
- ¡Antoine! Por el amor de los urs, ni siquiera tú sabes usarlo y sabes muy bien a quien perteneció. Quien sabe que oscuro poder posee.
- Tonterías. Yo mismo he hecho varias pruebas con él y no ha pasado nada, ¡vamos no hay tiempo que perder! Luego podremos conversar todo lo que quieras, ¡sígueme por favor!
Antoine cogió de la mano a su hermana quien tuvo que empacar y organizarse lo mejor que pudo en poco tiempo. Los dos iban vestidos con sus túnicas. Antoine era un túnica negra por que manejaba magia oscura, mientras Tara era blanca porque su poder estaba más en magia de luz o sacra. Eran sin duda dos particulares mellizos. Salieron de la habitación y el empezó a conducirla a través de varios pasadizos.
- ¿es alguna especie de sendero secreto de la torre?
- Algo así…Pero me temo que esta torre no tiene más salidas que las que conocemos. He examinado muy buen la estructura, la arquitectura. Arquitectónicamente es imposible que hubiera otra salida, sería una paradoja en la construcción
- Oh…
- Pero te olvidas de algo- dijo Antoine sonriendo
- ¿Qué?
- ¡Somos magos!, la magia no obedece a las leyes de la arquitectura
Tara rio. Bajaron varios pasadizos, procuraron no hacer ruido cuando pasaron por varias habitaciones. Tara agradeció que no pasaran por la habitación de madre. No deseaba tener un último encuentro con ella. No había nadie a esa hora en los pasadizos. Todos los aprendices de la torre dormían plácidamente. La disciplina era estricta para los magos y el descanso era una parte esencial de su devenir mágico. Siguieron bajando, no encontraron obstáculos. Antoine se conocía de memoria las trampas de la torre, fue fácil para el deshacerlas. No había guardias por que los magos confiaban en su propia protección mágica.
- Antoine cuidado, ¡viene alguien!
- ¿¡Que!?
Percibieron una voz que provenía de un lugar de un pasadizo. Se dieron por muertos. Pronto la luz de las antorchas revelaría quien era, era tarde para escapar, Tara esperaba que no fuera madre o sino el castigo seria horrible. Pero con más luz se dieron cuenta de que realidad era un compañero sonámbulo que solía pasar por los pasadizos de la torre en medio de la noche. Los hermanos suspiraron aliviados. Antoine que conocía al sujeto, le murmuro unas palabras que eran mágicas y que ayudaban a los sonámbulos a sumergirse completamente en el mundo del sueño. El sujeto quedo dormido en medio del suelo.
Así llegaron al sótano, donde se guardaban los víveres de la torre. Antoine abrió las manos y emitió unas palabras, de repente una pared se abrió dejando paso a unas escaleras que parecían conducir a una última puerta.
- No lo puedo creer hermano, ¡nos vamos!- dijo Tara feliz- no puedo creer que haya sido tan fácil
- No lo fue, todo esto me llevo mucho tiempo de investigación. ¡Vámonos de aquí!
Antoine y Tara subieron felices las escaleras subidos de la mano. Abrieron la puerta y vieron la luz, sintieron el sonido de los pájaros. Eran muy felices. Antoine agradeció también que en esos momentos no estuvieran haciendo experimentos con las tormentas como solían hacerlo muy a menudo, eso les hubiera dificultado la huida. Ahora se encontraban en un llano largo, sin mucha vegetación. Se encontraban en las afueras de la torre de electricidad.
- ¿Qué haremos ahora Antoine?
- Iremos primero a la capital del mundo, iremos a Lunacor. Tengo algunas cosas que averiguar allí, además de información para nuestro viaje. Pero te prometo que no nos quedaremos mucho. ¡`Nos espera un mundo por explorar!
- ¡Bien entonces vamos!- dijo Tara
- Recuerda hermana- dijo Antoine- esto es un pequeño paso para dos pobres magos, pero un gran paso para nuestra historia, nuestra propia historia
Diciendo esto, emprendieron la marcha. Mientras esto hacía una sombra miraba por debajo de donde habían salido. La sombra sonreía satisfecha.
´
- Parece que todo sale según los planes- dijo contento- los ratones van por el queso, pronto se activara la trampa.
Un cuervo que estaba posado en el hombro del sujeto grazno.
- Calla Garak, no seas impaciente. Sé que tu también deseas divertirse como yo. Pero todo debe hacerse lentamente para que funcione. ¿Qué haremos ahora? Seguirlos desde luego
El sujeto alisto su capa y empezó su camino detrás de los jóvenes, quienes no sospechaban lo que estaba sucediendo
Continuara...
Re: Los hermanos Leonard
Que interesante historia, ¿se juntarán algún día con nuestros personajes? ¿y cómo lo harían? Mmm...
Huir para vivir, la mentirilla que dice Antoine me recuerda a Eygon
Huir para vivir, la mentirilla que dice Antoine me recuerda a Eygon
Is@- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 14/03/2010
Edad : 37
Localización : Santiago, Chile
Re: Los hermanos Leonard
Capítulo 2: Las lágrimas de la luna
- Tengo hambre- dijo Tara
Antoine la miro triste, llevaban más de dos días caminando y se habían acabado las provisiones. Había tenido la previsión de sacar algún dinero para comprar más en el camino, pero no se encontraban con casi personas. Las pocas que se encontraban huian al ver sus vestimentas. Casi nadie confiaba en los magos. Eran traedores de tormentas, seres oscuros. Desde la caída del nigromante, las sospechas y prejuicios hacia los hechiceros de toda clase habían aumentado. Los pocos humanos que veian, salían a esconderse apenas los miraban.
- ¿Qué haremos hermanito?
- Encontrare comida- dijo Antoine sonriéndole a su hermana- no te preocupes
- Gracias hermanito.
Tara estaba impresionada. Hasta ahora todo había sido nuevo para ella, el color de los árboles, del follaje, el aire distinto que se respiraba. Los pequeños animales, las flores que crecían en el campo. ¡Todo era tan distinto y maravilloso!, el mundo estaba lleno de colores y ella queria abarcarlos todos. Antoine se concentraba en ubicarse y encontrar la ruta que lo llevara a Lunacor. Ahora debía preocuparse por alimentar a su hermana y a el, aun que le costara reconocerlo tenía mucha hambre y su estomago rugía con fuerza.
Pronto en la lejanía, a un lado del sendero vio una pequeña casa, le parecio que podría intentar pedir ayuda y pasar allí la noche. Ojala funcionara, prefería evitar tener que utilizar la magia. Se acerco a la casa y toco suavemente. Le abrió una joven y bella mujer, lo estudio un momento y luego dijo calmadamente
- ¿Qué desean?
- Yo bueno…solo queríamos…necesitamos comida. Queríamos implorar su ayuda.
- ¿Ustedes? ¡pero si parecen que son dos poderosos magos!- dijo asombrada
- Los magos no las tenemos todas a nuestro favor- dijo triste Antoine- pero le agradecería cualquier ayuda que pueda darnos.
- Oh…desde luego...solo
- Sé que desconfías de nosotros- dijo Antoine- tienes razones de peso, pero te prometo que no haremos ni tocaremos nada, solo queremos algo de comer…creo que mi hermana ya empieza a enfermarse…
Tara tosió y se cubrió la nariz. La mujer tuvo compasión de los dos magos y los invito a pasar.
- ¿estas bien hermanita?- dijo Antoine colocando su mano en el hombro de su hermana
- Si…solo necesito comer y descansar.
Ambos entraron. La pequeña casa era una vivienda rural y humilde. No había más que una pequeña mesita, una alacena mediana y una cama. Antoine se dio cuenta que también había un niño que se movía juguetón por el lugar, dedujo que era el hijo de la joven. El niño se le acerco y lo miro con curiosidad. Antoine le guiño el ojo, entonces el niño salió asustado.
- Bien- dijo la joven- tenemos poca comida, pero estaremos gustosos de compartirla con ustedes.
- Gracias señorita…
- Maki
- Gracias señorita Maki, je…nosotros somos Kile y Tanya- dijo mintiendo sobre sus nombres, sabia que no le convenia revelar quien era
Ambos hermanos se sentaron.
- ¿Y eso?- pregunto Antoine- ¿Qué pasa con los cultivos?
- Últimamente no hay lluvia, no sabemos que es lo que pasa. Ya los dioses no se acuerdan de esta zona. Solo hay sequia.
- Y el comité de salud imperial, tengo entendido que hasta ahora hacían bien su labor- dijo Antoine
- Nah- dijo Maki triste- de esta zona no se acuerda nadie, increíblemente no estamos tan lejos de Lunacor. Pero la gente le teme a los magos. Además, parece que al emperador hay otros asuntos que le preocupan en estos momentos, hay un extraño silencio en el palacio imperial.
- Pero Maverick es querido por su pueblo…
- El si, pero no su hijo quien ahora se hace cargo de todo. Nadie sabe dónde está el emperador.
- Que mal- dijo Antoine triste.
La joven les ofreció un poco de pan con un poco de carne. Antoine y Tara aceptaron gustosos y comieron a su gusto.
- ¿No lo escuchas hermano?- dijo Tara
- ¿Qué cosa?
- La música…en el aire…es bonita
- No sé de qué hablas…
- Un canto triste…- dijo Tara- no puedo creerlo…
La joven miro con curiosidad a Tara. Antoine la miro preocupado.
- Ah, no te preocupes hermano, deben ser tonterías mías- dijo sonriendo- quizá solo necesite descansar.
- Je- dijo Antoine- no te preocupes. Bueno le agradecemos, nosotros no le molestaremos más…
- Tonterías- dijo la joven- por hoy pueden quedarse aquí.
- ¿En verdad?- pregunto Tara
- Desde luego!, no tenemos mucho espacio pero Miky y yo estaremos contentos de que se queden…
- ¡Gracias!- dijo Tara- es en verdad muy amable
Los dos hermanos se cambiaron de ropa y se prepararon para dormir. La joven no tenía una cama extra pues ella siempre dormía con su niño, pero improvisaron una especie de cama con heno, madera y pasto para que los hermanos pudiesen dormir.
- Yo…bueno…nosotros no tenemos mucho, pero quisiera compartir con ustedes una canción, quizá eso nos ayude a dormir mejor- dijo Tara
- ¡Oh!, desde luego- dijo Maki- siempre son bienvenidas las canciones, ¡Miky ven nos van a cantar!
El niño se sento animado en las piernas de la madre. Tara se sentó y empezó su cantico, Antoine lo reconoció triste, solía cantarla madre cuando estaba de buen humor.
“¡Escuchen todos!
Es aquella melodía
Dulce de escuchar
De gran melancolía
Habla de una colina
Una colina de flores
Una niña de estrellas
Un abrazo de colores
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
Cogidos de la mano
Hacemos una danza
Una danza de fuego
Una danza perdida
¡No pareis, no pareis!
El baile es infinito
Las piernas se mueven
Al tambor bendito
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
Entre risas y canticos
Yo te voy soñando
Entre besos romanticos
Yo te voy amando
Ven conmigo niño
Al horizonte miremos
La felicidad esconde
Alli donde iremos
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
La melodía era linda y conmovedora, parecía trasportarlos lejos, a un lugar lleno de flores, una colina mágica, algún lugar donde podían jugar y soñar, más allá de los límites del arco iris o de la palida luna, la voz de Tara era hermosa. Antoine la miraba en silencio. Miky aplaudía toda la canción, estaba encantado y quería otra tonada. Tara le dio gusto y canto otras dos canciones, luego jugo un rato con el haciéndole juegos y monerías. Posteriormente abdujo cansancio y se acostó en el lecho. Antoine asintió a la joven y todos se fueron a dormir.
En la noche Tara dormía profunda, al igual que la joven y su hijo. Solo Antoine permanecía despierto, miraba al techo. A veces en la noche en la torre le gustaba tener diálogos con el techo, conversar sobre temas que había leído o sobre decisiones que tenía que tomar. En medio de aquella soledad de la torre y del respeto y miedo que les tenían los otros magos, no había podido hacer muchos amigos. Solo tenía a su hermana, quien siempre le había acompañado, la quería mucho, no permitiría que le pasara nada. La miro un momento. Ella era lo único que tenia, quería protegerla, esperaba que este mundo no dañara su bello espíritu. Su madre era fría, nunca había sido cariñosa y aquel pasado que estigmatizaba a su familia no ayudaba mucho. Decidió que no revelaría su verdadero nombre a menos que fuera completamente necesario.
Observo de nuevo al techo, le pregunto sobre lo que había más allá de las estrellas, el techo no le respondió esta vez, espectral silencio, si, el techo tampoco tenía la verdad, ¿pero quién la tenía?, no eran mas que juegos de poder, ¿No eran acaso Maverick o Garek imponedores de verdad?, la verdad era una construcción pensó. En eso reflexionaba cuando escucho un ruido. ¿Le había respondido el techo?, no, no le había respondido. Entonces, algo pasaba. Se paro inmediatamente. Camino despacio y abrió la puerta.
No habia nada, nada mas el frio viento. Antoine suspiro. Volvió a entrar despacio para no hacer ruido, entonces miro y sus ojos se abrieron de par en par. Su hermana estaba siendo amenazada por un sujeto con un daga. Otros sujetos sostenían a la mujer y el niño.
- ¿Cómo?, ¡Imposible!- dijo Antoine
- Parece mago, que tu hermana ha caído en las garras del Leopardo de Valhadia- dijo el asesino orgulloso- el más rápido y mortal.
- ¡No te atrevas a tocarla!- grito Antoine
- No estas en posición de exigir nada mago, un paso en falso, unas palabras mágicas, un solo movimiento de tu cayado y ella muere.
- ¡Maldito! ¿Qué quieres?- dijo Antoine apretando el puño
- ¿saben? Ustedes los magos, no son muy queridos por aquí, si mato alguno no me harán nada. Bien es sencillo, denme todo su dinero y artilugios mágicos que tengan.
- ¡Hermano no!- grito Tara
- Callate perra, creeme estas muy bonita y a mi compañía no le haría mal un poco de compañía…
- ¡Ni te atrevas bastardo!- dijo Antoine
- Esta bien- dijo el leopardo- solo dame las cosas y ya esta. Cada uno para su casa, ¿no te parece un buen trato?
- Pfff…- dijo Antoine sarcastico
Antoine soltó sus cosas y las entrego al ladrón, incluso el dinero que habían logrado sacar de la torre.
- Ahí tienes- dijo Antoine- ahora vete y dejanos en paz.
- ¡Muy bien!- dijo el Leopardo- me alegro que coperes, ya nos iremos, chicos, amarren a las mujeres, ellas vienen con nosotros
- ¡¿Qué?!- dijo Antoine- dijiste…
- Yo no he dicho nada, yo no dije que ellas no vendrían con nosotros.
- ¡No!- grito Antoine
Antoine desesperado intento hacer algo, pero el asesino fue más rápido y lo golpeo en el estómago, Antoine abrió los ojos, cayó al suelo y maldijo.
- Vamonos…
Salieron de la casa con las dos mujeres, Antoine intento seguirlos desde el piso y llego hasta la puerta. El mago entonces en el suelo, vio algo que lo asusto. Su hermana tenia cerrados los ojos y en breves palabras, invocaba un terrible conjuro, solo el se habia dado cuenta pues leía sus labios. Si, él lo conocía muy bien, el conjuro maldito. ¿Cómo era que ella lo sabía?. Era terrible.
Los ojos de Tara irradiaban un brillo que indicaba un enorme poder, su túnica ondeaba con el viento, miro fijamente a los asesinos, sus ojos cambiaron de color.
- ¡Oh poderosa luna!, tu me has elegido para ser tu portadora, palida, solitaria, soñadora, solo otorgas tu poder a pocos elegidos, ¡brilla y baila para mi! ¡Que la energía de misterio y ensoñación me cubran! ¡Dame un poco de magia, para demostrar que no soy la más miserable de los hombres! ¡LUNA SPLENDOR!
El sujeto que sujetaba a Tara sintio una terrible energia que le quemaba y solto a la mujer. Tara alzo las manos y su viejo y desgastado cayado se convirtió en un báculo blanco plateado, la tierra donde él estaba fue alumbrada por un extraño brillo procedente del mismo cielo, pequeñas chispas parecían caer sobre él, era como si la luna llorara y sus lágrimas rodearan a Tara. Ella apunto con el cayado a los bandidos.
- ¡TARA NO!- grito Antoine levantándose del suelo
- Hermano…
- NO LO HAGAS, Solo condenaras tu alma…
Tara volvió sus ojos a la normalidad. Los ladrones estaban aterrorizados, hasta el Leopardo había quedado atontado por tamaña muestra de poder. Antoine aprovecho el momento de sorpresa y lanzo una bola de fuego, contra dos de los bandidos. Libero a la mujer.
El Leopardo entonces huyo con las cosas, se esfumo como habia venido, a una velocidad increible. Antoine maldijo. Luego fue y abrazo a su hermana. Ambos se abrazaron como si fuera la primera vez que se veían hace mucho tiempo.
- Tuve tanto miedo hermano…
- Lo se…
Antoine se acercó a la mujer y a su hijo quienes seguían aun muy asustados
- Yo lo lamento en verdad, no queríamos meterlos en problemas. Si quieres nos vamos ya.- dijo Antoine triste
- No...- respondio la mujer aun asustada, luego de pensar un momento dijo- desde luego que no. Aquí es normal que anden ese tipo de bandidos, no es su culpa. Vengan, terminen de pasar la noche. Lo más importante es que estamos bien.
Entraron.
- Hermano, ¿Se lo llevaron todo?- pregunto preocupada
- No todo- dijo Antoine y saco el fragmento del espejo de su bolsillo
- Eso…¡deberias tirarlo!
- No, no lo hare- dijo Antoine- ya buscaremos alguna forma de conseguir dinero, después de todo estamos a tres días de Lunacor.
- Hermano…
Los hermanos durmieron. Al otro dia en la madrugada se despidieron de la mujer. Los hermanos le dijeron que le harian un regalo a la mujer que tan bien los habia tratado. Le pidieron que la llevara a sus cultivos. Ella acepto. Caminaron un rato y llegaron al lugar donde habían unas pequeñas hortalizas que sobresalían en el campo. Ajos, Cebollas, Nabos, Pimentones, lechuga, repollo y también algunos árboles de frutas como mandarinas y naranjas. La mayoría podridas y acabadas, debido al terrible clima.
Los dos hermanos entonces se concentraron y repitieron juntos unas bellas palabras en medio de una especie de cantico y entonces se formó una pequeña nube sobre el campo y empezó a llover. La mujer los miro asombrados. Solo altos magos imperiales tenían esa clase de poder. Los campos empezaron a tomar un color distinto. ¿Qué magia poderosa era aquella? Se preguntó la joven asombrada. Antoine solo le hizo un gesto de agradecimiento con las manos. La mujer los abrazo y les agradeció lo que habían hecho.
- Al contrario- dijo Antoine- nosotros somos los que tenemos que agradecer
- ¡Vuelvan cuando quieran!, siempre tendrán un espacio aquí con Miky y conmigo
- Desde luego seguro que a Miky le gustaría volver a escuchar alguna canción- dijo Tara
El pequeño Miky brinco y afirmo que le gustaban mucho. Los hermanos entonces emprendieron su rumbo, dirigiéndose a Lunacor. Mientras caminaban una sombra los miraba desde los arbustos.
- ¡Que genial! Salió mejor de lo que esperaba, ¿No te parece Garak?
- Garrrrrraaaaaaakkkk- grazno el cuervo
- Si, si mi pequeño, esto se pone cada vez mas interesante
El sujeto se apoyó en su cayado y siguió a los hermanos sin que estos se dieran cuenta.
- Tengo hambre- dijo Tara
Antoine la miro triste, llevaban más de dos días caminando y se habían acabado las provisiones. Había tenido la previsión de sacar algún dinero para comprar más en el camino, pero no se encontraban con casi personas. Las pocas que se encontraban huian al ver sus vestimentas. Casi nadie confiaba en los magos. Eran traedores de tormentas, seres oscuros. Desde la caída del nigromante, las sospechas y prejuicios hacia los hechiceros de toda clase habían aumentado. Los pocos humanos que veian, salían a esconderse apenas los miraban.
- ¿Qué haremos hermanito?
- Encontrare comida- dijo Antoine sonriéndole a su hermana- no te preocupes
- Gracias hermanito.
Tara estaba impresionada. Hasta ahora todo había sido nuevo para ella, el color de los árboles, del follaje, el aire distinto que se respiraba. Los pequeños animales, las flores que crecían en el campo. ¡Todo era tan distinto y maravilloso!, el mundo estaba lleno de colores y ella queria abarcarlos todos. Antoine se concentraba en ubicarse y encontrar la ruta que lo llevara a Lunacor. Ahora debía preocuparse por alimentar a su hermana y a el, aun que le costara reconocerlo tenía mucha hambre y su estomago rugía con fuerza.
Pronto en la lejanía, a un lado del sendero vio una pequeña casa, le parecio que podría intentar pedir ayuda y pasar allí la noche. Ojala funcionara, prefería evitar tener que utilizar la magia. Se acerco a la casa y toco suavemente. Le abrió una joven y bella mujer, lo estudio un momento y luego dijo calmadamente
- ¿Qué desean?
- Yo bueno…solo queríamos…necesitamos comida. Queríamos implorar su ayuda.
- ¿Ustedes? ¡pero si parecen que son dos poderosos magos!- dijo asombrada
- Los magos no las tenemos todas a nuestro favor- dijo triste Antoine- pero le agradecería cualquier ayuda que pueda darnos.
- Oh…desde luego...solo
- Sé que desconfías de nosotros- dijo Antoine- tienes razones de peso, pero te prometo que no haremos ni tocaremos nada, solo queremos algo de comer…creo que mi hermana ya empieza a enfermarse…
Tara tosió y se cubrió la nariz. La mujer tuvo compasión de los dos magos y los invito a pasar.
- ¿estas bien hermanita?- dijo Antoine colocando su mano en el hombro de su hermana
- Si…solo necesito comer y descansar.
Ambos entraron. La pequeña casa era una vivienda rural y humilde. No había más que una pequeña mesita, una alacena mediana y una cama. Antoine se dio cuenta que también había un niño que se movía juguetón por el lugar, dedujo que era el hijo de la joven. El niño se le acerco y lo miro con curiosidad. Antoine le guiño el ojo, entonces el niño salió asustado.
- Bien- dijo la joven- tenemos poca comida, pero estaremos gustosos de compartirla con ustedes.
- Gracias señorita…
- Maki
- Gracias señorita Maki, je…nosotros somos Kile y Tanya- dijo mintiendo sobre sus nombres, sabia que no le convenia revelar quien era
Ambos hermanos se sentaron.
- ¿Y eso?- pregunto Antoine- ¿Qué pasa con los cultivos?
- Últimamente no hay lluvia, no sabemos que es lo que pasa. Ya los dioses no se acuerdan de esta zona. Solo hay sequia.
- Y el comité de salud imperial, tengo entendido que hasta ahora hacían bien su labor- dijo Antoine
- Nah- dijo Maki triste- de esta zona no se acuerda nadie, increíblemente no estamos tan lejos de Lunacor. Pero la gente le teme a los magos. Además, parece que al emperador hay otros asuntos que le preocupan en estos momentos, hay un extraño silencio en el palacio imperial.
- Pero Maverick es querido por su pueblo…
- El si, pero no su hijo quien ahora se hace cargo de todo. Nadie sabe dónde está el emperador.
- Que mal- dijo Antoine triste.
La joven les ofreció un poco de pan con un poco de carne. Antoine y Tara aceptaron gustosos y comieron a su gusto.
- ¿No lo escuchas hermano?- dijo Tara
- ¿Qué cosa?
- La música…en el aire…es bonita
- No sé de qué hablas…
- Un canto triste…- dijo Tara- no puedo creerlo…
La joven miro con curiosidad a Tara. Antoine la miro preocupado.
- Ah, no te preocupes hermano, deben ser tonterías mías- dijo sonriendo- quizá solo necesite descansar.
- Je- dijo Antoine- no te preocupes. Bueno le agradecemos, nosotros no le molestaremos más…
- Tonterías- dijo la joven- por hoy pueden quedarse aquí.
- ¿En verdad?- pregunto Tara
- Desde luego!, no tenemos mucho espacio pero Miky y yo estaremos contentos de que se queden…
- ¡Gracias!- dijo Tara- es en verdad muy amable
Los dos hermanos se cambiaron de ropa y se prepararon para dormir. La joven no tenía una cama extra pues ella siempre dormía con su niño, pero improvisaron una especie de cama con heno, madera y pasto para que los hermanos pudiesen dormir.
- Yo…bueno…nosotros no tenemos mucho, pero quisiera compartir con ustedes una canción, quizá eso nos ayude a dormir mejor- dijo Tara
- ¡Oh!, desde luego- dijo Maki- siempre son bienvenidas las canciones, ¡Miky ven nos van a cantar!
El niño se sento animado en las piernas de la madre. Tara se sentó y empezó su cantico, Antoine lo reconoció triste, solía cantarla madre cuando estaba de buen humor.
“¡Escuchen todos!
Es aquella melodía
Dulce de escuchar
De gran melancolía
Habla de una colina
Una colina de flores
Una niña de estrellas
Un abrazo de colores
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
Cogidos de la mano
Hacemos una danza
Una danza de fuego
Una danza perdida
¡No pareis, no pareis!
El baile es infinito
Las piernas se mueven
Al tambor bendito
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
Entre risas y canticos
Yo te voy soñando
Entre besos romanticos
Yo te voy amando
Ven conmigo niño
Al horizonte miremos
La felicidad esconde
Alli donde iremos
Morado, verde, rojo
Yo quiero brincar
Amarillo, azul, rosa
Yo quiero jugar
Tate quieto mi niño
Tate bello mi sol
Tate lelo mi pillo
Tate y suena mi son
La melodía era linda y conmovedora, parecía trasportarlos lejos, a un lugar lleno de flores, una colina mágica, algún lugar donde podían jugar y soñar, más allá de los límites del arco iris o de la palida luna, la voz de Tara era hermosa. Antoine la miraba en silencio. Miky aplaudía toda la canción, estaba encantado y quería otra tonada. Tara le dio gusto y canto otras dos canciones, luego jugo un rato con el haciéndole juegos y monerías. Posteriormente abdujo cansancio y se acostó en el lecho. Antoine asintió a la joven y todos se fueron a dormir.
En la noche Tara dormía profunda, al igual que la joven y su hijo. Solo Antoine permanecía despierto, miraba al techo. A veces en la noche en la torre le gustaba tener diálogos con el techo, conversar sobre temas que había leído o sobre decisiones que tenía que tomar. En medio de aquella soledad de la torre y del respeto y miedo que les tenían los otros magos, no había podido hacer muchos amigos. Solo tenía a su hermana, quien siempre le había acompañado, la quería mucho, no permitiría que le pasara nada. La miro un momento. Ella era lo único que tenia, quería protegerla, esperaba que este mundo no dañara su bello espíritu. Su madre era fría, nunca había sido cariñosa y aquel pasado que estigmatizaba a su familia no ayudaba mucho. Decidió que no revelaría su verdadero nombre a menos que fuera completamente necesario.
Observo de nuevo al techo, le pregunto sobre lo que había más allá de las estrellas, el techo no le respondió esta vez, espectral silencio, si, el techo tampoco tenía la verdad, ¿pero quién la tenía?, no eran mas que juegos de poder, ¿No eran acaso Maverick o Garek imponedores de verdad?, la verdad era una construcción pensó. En eso reflexionaba cuando escucho un ruido. ¿Le había respondido el techo?, no, no le había respondido. Entonces, algo pasaba. Se paro inmediatamente. Camino despacio y abrió la puerta.
No habia nada, nada mas el frio viento. Antoine suspiro. Volvió a entrar despacio para no hacer ruido, entonces miro y sus ojos se abrieron de par en par. Su hermana estaba siendo amenazada por un sujeto con un daga. Otros sujetos sostenían a la mujer y el niño.
- ¿Cómo?, ¡Imposible!- dijo Antoine
- Parece mago, que tu hermana ha caído en las garras del Leopardo de Valhadia- dijo el asesino orgulloso- el más rápido y mortal.
- ¡No te atrevas a tocarla!- grito Antoine
- No estas en posición de exigir nada mago, un paso en falso, unas palabras mágicas, un solo movimiento de tu cayado y ella muere.
- ¡Maldito! ¿Qué quieres?- dijo Antoine apretando el puño
- ¿saben? Ustedes los magos, no son muy queridos por aquí, si mato alguno no me harán nada. Bien es sencillo, denme todo su dinero y artilugios mágicos que tengan.
- ¡Hermano no!- grito Tara
- Callate perra, creeme estas muy bonita y a mi compañía no le haría mal un poco de compañía…
- ¡Ni te atrevas bastardo!- dijo Antoine
- Esta bien- dijo el leopardo- solo dame las cosas y ya esta. Cada uno para su casa, ¿no te parece un buen trato?
- Pfff…- dijo Antoine sarcastico
Antoine soltó sus cosas y las entrego al ladrón, incluso el dinero que habían logrado sacar de la torre.
- Ahí tienes- dijo Antoine- ahora vete y dejanos en paz.
- ¡Muy bien!- dijo el Leopardo- me alegro que coperes, ya nos iremos, chicos, amarren a las mujeres, ellas vienen con nosotros
- ¡¿Qué?!- dijo Antoine- dijiste…
- Yo no he dicho nada, yo no dije que ellas no vendrían con nosotros.
- ¡No!- grito Antoine
Antoine desesperado intento hacer algo, pero el asesino fue más rápido y lo golpeo en el estómago, Antoine abrió los ojos, cayó al suelo y maldijo.
- Vamonos…
Salieron de la casa con las dos mujeres, Antoine intento seguirlos desde el piso y llego hasta la puerta. El mago entonces en el suelo, vio algo que lo asusto. Su hermana tenia cerrados los ojos y en breves palabras, invocaba un terrible conjuro, solo el se habia dado cuenta pues leía sus labios. Si, él lo conocía muy bien, el conjuro maldito. ¿Cómo era que ella lo sabía?. Era terrible.
Los ojos de Tara irradiaban un brillo que indicaba un enorme poder, su túnica ondeaba con el viento, miro fijamente a los asesinos, sus ojos cambiaron de color.
- ¡Oh poderosa luna!, tu me has elegido para ser tu portadora, palida, solitaria, soñadora, solo otorgas tu poder a pocos elegidos, ¡brilla y baila para mi! ¡Que la energía de misterio y ensoñación me cubran! ¡Dame un poco de magia, para demostrar que no soy la más miserable de los hombres! ¡LUNA SPLENDOR!
El sujeto que sujetaba a Tara sintio una terrible energia que le quemaba y solto a la mujer. Tara alzo las manos y su viejo y desgastado cayado se convirtió en un báculo blanco plateado, la tierra donde él estaba fue alumbrada por un extraño brillo procedente del mismo cielo, pequeñas chispas parecían caer sobre él, era como si la luna llorara y sus lágrimas rodearan a Tara. Ella apunto con el cayado a los bandidos.
- ¡TARA NO!- grito Antoine levantándose del suelo
- Hermano…
- NO LO HAGAS, Solo condenaras tu alma…
Tara volvió sus ojos a la normalidad. Los ladrones estaban aterrorizados, hasta el Leopardo había quedado atontado por tamaña muestra de poder. Antoine aprovecho el momento de sorpresa y lanzo una bola de fuego, contra dos de los bandidos. Libero a la mujer.
El Leopardo entonces huyo con las cosas, se esfumo como habia venido, a una velocidad increible. Antoine maldijo. Luego fue y abrazo a su hermana. Ambos se abrazaron como si fuera la primera vez que se veían hace mucho tiempo.
- Tuve tanto miedo hermano…
- Lo se…
Antoine se acercó a la mujer y a su hijo quienes seguían aun muy asustados
- Yo lo lamento en verdad, no queríamos meterlos en problemas. Si quieres nos vamos ya.- dijo Antoine triste
- No...- respondio la mujer aun asustada, luego de pensar un momento dijo- desde luego que no. Aquí es normal que anden ese tipo de bandidos, no es su culpa. Vengan, terminen de pasar la noche. Lo más importante es que estamos bien.
Entraron.
- Hermano, ¿Se lo llevaron todo?- pregunto preocupada
- No todo- dijo Antoine y saco el fragmento del espejo de su bolsillo
- Eso…¡deberias tirarlo!
- No, no lo hare- dijo Antoine- ya buscaremos alguna forma de conseguir dinero, después de todo estamos a tres días de Lunacor.
- Hermano…
Los hermanos durmieron. Al otro dia en la madrugada se despidieron de la mujer. Los hermanos le dijeron que le harian un regalo a la mujer que tan bien los habia tratado. Le pidieron que la llevara a sus cultivos. Ella acepto. Caminaron un rato y llegaron al lugar donde habían unas pequeñas hortalizas que sobresalían en el campo. Ajos, Cebollas, Nabos, Pimentones, lechuga, repollo y también algunos árboles de frutas como mandarinas y naranjas. La mayoría podridas y acabadas, debido al terrible clima.
Los dos hermanos entonces se concentraron y repitieron juntos unas bellas palabras en medio de una especie de cantico y entonces se formó una pequeña nube sobre el campo y empezó a llover. La mujer los miro asombrados. Solo altos magos imperiales tenían esa clase de poder. Los campos empezaron a tomar un color distinto. ¿Qué magia poderosa era aquella? Se preguntó la joven asombrada. Antoine solo le hizo un gesto de agradecimiento con las manos. La mujer los abrazo y les agradeció lo que habían hecho.
- Al contrario- dijo Antoine- nosotros somos los que tenemos que agradecer
- ¡Vuelvan cuando quieran!, siempre tendrán un espacio aquí con Miky y conmigo
- Desde luego seguro que a Miky le gustaría volver a escuchar alguna canción- dijo Tara
El pequeño Miky brinco y afirmo que le gustaban mucho. Los hermanos entonces emprendieron su rumbo, dirigiéndose a Lunacor. Mientras caminaban una sombra los miraba desde los arbustos.
- ¡Que genial! Salió mejor de lo que esperaba, ¿No te parece Garak?
- Garrrrrraaaaaaakkkk- grazno el cuervo
- Si, si mi pequeño, esto se pone cada vez mas interesante
El sujeto se apoyó en su cayado y siguió a los hermanos sin que estos se dieran cuenta.
Re: Los hermanos Leonard
Wow! Son magos con mucho poder. Al menos de sed no van a morir jejeje
Que lata que hayan entregado todas las cosas >.<
Que lata que hayan entregado todas las cosas >.<
Is@- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 14/03/2010
Edad : 37
Localización : Santiago, Chile
Re: Los hermanos Leonard
Cómo Tara sabe el conjuro de Er??? o_o Ay Dios!!!! esos chicos son más poderosos de lo que pensaba >.< qué miediiiito!!! espero que si los encontramos en el camino sean nuestros aliados ;___;
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